Corruptos

 

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Una de las explicaciones de que los casos de corrupción no sean tan penalizados en las urnas como cabría esperar es que algunos ciudadanos puedan mostrarse más tolerantes con la corrupción en función de si el político o el partido es de los suyos. Este sesgo partidista vendría a implicar un ejercicio de disonancia cognitiva consistente en que si el acusado es «de los nuestros» decidamos relativizar la gravedad del escándalo. Si es así, la ideología o el grado de vinculación partidista jugará un rol crucial en cómo los ciudadanos perciben las denuncias de corrupción, y en cómo trasladan estas percepciones a su comportamiento electoral, ya sea decidiendo votar al mismo partido, abstenerse o votar a un partido rival.»

 

Fuente: http://www.jotdown.es/2016/02/los-menos-corrupto/

Agradecimientos: Guillermo Friedrich.

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